HISTORIA
Nuevamente, y con motivo de la guerra contra la Convención Francesa, San Sebastián, mal defendida por aquellas ineficaces murallas, y sin contar con ningún intento de defensa por parte del Gobernador Militar, el General Molina, fue ocupada por los franceses el 4 de agosto de 1794. Las tropas de la Convención dejaron un ejemplar de la guillotina, instalada posteriormente en la Plaza Nueva (hoy de la Constitución), y que fue utilizada con algunos desertores.
Ocupada San Sebastián, en 1808, por las tropas napoleónicas y nombrado José I (José Bonaparte) soberano de España, entró el 9 de junio en San Sebastián, recorriendo la calle Narrica, en la que permanecieron todas las ventanas cerradas.
El 22 de junio de 1813, mientras el grueso del ejército napoleónico en retirada cruzaba la frontera, el general francés Emmanuel Rey se hizo cargo con 2.600 soldados del mando de la plaza. Los aliados, las tropas anglo-portuguesas, bajo el mando directo de Sir Thomas Graham y teniendo por generalísimo al Duque de Wellington, con un fuerte contingente de tropas y armas, sitiaron y dejaron aislada a la ciudad.
Desde este momento y hasta la toma de la ciudad el 31 de Agosto, se dan, por ambas partes, los movimientos tácticos previos al combate. Mientras los franceses desalojan de la plaza a millares de afrancesados que se habían alojado en San Sebastián, invitan a la población a evacuarla, toman el convento de San Bartolomé, e incendian las casas extramuros. Las tropas anglo-portuguesas van cerrando el cerco y posicionando todas las baterías.
El primer asalto a la ciudad se produce el 25 de Julio, una vez que han considerado que los proyectiles lanzados han abierto una brecha suficientemente amplia, asalto que es rechazado por los franceses produciendo numerosas pérdidas a las tropas anglo-portuguesas.
El día 4 de agosto, veintiún vecinos que habían podido salir de San Sebastián antes de producirse el sitio, envían al Duque de Wellington una exposición de la situación en la que se encuentra la ciudad, debido al asedio, e interceden por sus vecinos y por la propia ciudad. Dicha nota nunca llegó a manos del generalísimo inglés, pues el general español, Alava, no lo consideró oportuno.
A las dos de la madrugada del día 31 de agosto de 1813, y despues de varios días de intenso bombardeo, en que se logra un mayor ensanchamiento de la brecha (la misma por donde entraron en 1719 las tropas francesas), se inició la operación de asalto formada por una columna de voluntarios, denominados "los desesperados". Estos, cuando llegan a la parte alta de la brecha abierta en la muralla, se encuentran con la sorpresa de hallarse a cuatro metros de altura sobre el suelo del interior de la misma; aprovechando los franceses este desconcierto para acribillarlos sin titubeos.
Cuando una nueva retirada parece lo más acertado, un incendio fortuito y el estallido de un depósito de munición francés crea la confusión en este bando. Suceso que es aprovechado por los asaltantes, obligando a replegarse a las tropas francesas hacia el Castillo, donde capitularán el 8 de Septiembre.
En este período de tiempo la tropa aliada incendió, saqueó, violó y asesinó. El saqueo duró seis días y medio, salvándose del incendio sólo las dos parroquias y treinta y cinco casas, situadas en la calle Trinidad, que por tal motivo en la actualidad lleva el nombre de 31 de Agosto. Estas casas no fueron quemadas porque servían de alojamiento para los oficiales británicos y portugueses, mientras iniciaban el ataque al Castillo.
El censo de habitantes, que antes del asedio ascendía a unos 5.500, había descendido a 2.600.
Dos lápidas se pusieron con motivo de aquel triste suceso, una en la entrada de la calle San Jerónimo, en la que se culpa claramente a los aliados, y otra que fue descubierta por el embajador del Reino Unido en el patio de armas del Castillo, el 31 de Agosto de 1963.
Los vecinos más representativos se reunieron en las afueras, en Zubieta, y decidieron reconstruir la ciudad.
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